sábado, 5 de septiembre de 2009

El beso delator


En la penumbra de la habitación ella permanecía en pie con sus pechos descubiertos. Él la miraba desde la distancia sin poder atisbar ninguna forma nítida. Se acercó y rápidamente ella buscó su blusa para cubrirse.

- ¿Por qué? - le preguntó él -. Si ya te he visto desnuda muchas veces.
- Pero no es lo mismo.

El hombre se giró. Al otro lado de la habitación estaba la otra muchacha. Un chaleco cubría su pecho dejando sitio para que la imaginación hicera su juego. Avanzó hacia ella.

- ¡Quiero! - le gritó la joven.
- ¿Y ahora qué?
- No avances más.
- Pero si estás tapada...
- Ya pero la tentación es la tentación.

Él avanzó hacia ella, que puso sus brazos sobre su pecho para ocultarlo aún más. Él cogió su mano y la besó. Ella le respondió con un guantazo que lo tumbó sobre el suelo.

- Me lo tenía merecido... aunque lo hice sin querer.

En ese momento se dio cuenta de que toda su vida sería así. Siempre se enamoraría de las mujeres pero ellas nunca le corresponderían. Siempre estaría solo.
El hombre que caminó junto al búfalo


Llevaba horas caminando solo por la llanura americana. No se había cruzado con nadie en todo el día. El sol brillaba en el cielo y corría una suave brisa que le refrescaba en su caminar. Un búfalo. Ese fue el primer ser vivo vertebrado que se cruzó en su paseo. Allí estaba, pastando en mitad del prado próximo a unos árboles.

Pasó a cierta distancia del animal, no fuera a ser que se molestara por la compañía y decidiera embestir. Cuando comenzó a alejarse el búfalo echó a andar en su misma dirección. Parecía que le iba siguiendo.

Al cabo de unos minutos, se encontró con un pequeño cementerio en medio de la nada. Las tumbas eran muy antiguas. Casi todas estaban fechadas entre los siglos XVIII y XIX. Caminó por los diminutos pasillos entre las lápidas. A unos metros le seguía el búfalo.

“No puede ser, no puede estar siguiéndome”, pensó. Pero el búfalo también se metió en el cementerio tras sus pasos. Paró en un extremo del cementerio para comprobar qué hacía el búfalo. El animal se quedó inmóvil mirándole y prosiguió hacia él optando por el camino más corto. Entonces se movió y se fue hacia otro punto del cementerio, colocándose en mitad de uno de esos pequeños corredores entre lápidas. El búfalo paró y le miró, y decidió ir hacia él de nuevo por el camino más corto.

Esta operación la repitió hasta dos veces más hasta que se convenció de que el búfalo le seguía. ¿Qué querría? ¿Querría hacerle daño?

Se volvió y echó a andar si mirar atrás, sin saber qué estaría haciendo el búfalo e intentado evadir su pensamiento, pues la inquietud se iba apoderando de él. De repente sintió unas pisadas fuertes justo tras de él y se volvió súbitamente. El búfalo le había alcanzado y comenzó a lamerle la mano.

No lo entendía. El búfalo estaba lamiéndole la mano como si se tratara de un cachorrillo. Le acarició la cabeza y el lomo, y el búfalo cerraba los ojos con una expresión de gusto y satisfacción.

De nuevo echó a andar con el búfalo a su lado. Tras una larga caminata se encontró con familiares y amigos en un merendero. Estaban dispuestos para celebrar un picnic y se juntó con ellos. Les contó la historia del búfalo y ellos la siguieron completamente atónitos, lanzando miradas de incredulidad de vez en cuando sobre el animal, que descansaba tumbado a la sombra de un árbol.

Después de comer fue a sentarse junto a su nueva mascota y allí se recostó, echando la cabeza sobre el suave y blando lomo del animal, cual almohada. Al rato volvieron a ponerse en marcha. Con ellos iba un amigo.

Estuvieron andando durante un breve periodo de tiempo hasta que llegaron a la ciudad. Siguieron caminando por sus grises calles cuando cruzaron dos policías en moto. De repente algo no iba bien. Los policías dieron medio vuelta y pararon sus vehículos, caminando hacia la comitiva.

Entonces, los tres aligeraron el paso y aún más al doblar la esquina. Tras unos metros se ocultaron tras un kiosko de obra. Se tumbó en el suelo con el animal y le echó una chaqueta por encima. El amigo se quedó en pie intentando disimular.

Los policías les alcanzaron. Ahora iban ataviados con batas blancas, guantes de latex y mascarillas.

- ¿Qué hace con un búfalo en la ciudad? – preguntaron.
- Nada, señor, ya nos íbamos – contestó.
- ¿Y a dónde se dirigen?
- Volvemos a casa, a España.
- ¿No sabe que no puede sacar un búfalo del país? ¿Qué demonios es…? ¡Este búfalo es nuestro! – gritó el agente mientras comprobaba unas marcas hechas a fuego sobre las orejas del animal.

El búfalo tenía numerosas marcas. Unas en las orejas, otras marcas como profundos arañazos cruzándole la cara y unas siglas, BBC, repetidas en el cuello.

- ¿Ve? Alguien ha sacado a este animal antes… Estos arañazos de la cara son propios de los países orientales. Allí los matan, ¿sabe? Haciéndoles sufrir… - el policía hablaba con una voz profunda y seria, y mientras relabata estos hechos su rostro se iba tornando en una mezcla entre profuso enfado y aflicción.

Se detuvo mirando las marcas del cuello…

- ¿Y qué es esto de la BBC? – preguntó -. ¿Desde cuando estos ingleses de mierda tienen interés en nuestros búfalos? Es lo que faltaba…
- Caballero, lo siento mucho pero no se puede quedar con el animal, nos lo llevamos – sentenció el segundo policía.
- Pero… si es como un perrillo, mire – contestó poniendo la mano en la testuz del animal, que empezó a lamerla con cariño.
- Lo siento, pero nos lo tenemos que llevar.
- Deje, por favor, que al menos me despida de él.

De pronto se vio sentado junto a una niña pequeña. No tendría más seis o siete años y hablaba español perfectamente, aunque de vez en cuando se atrancaba y recurría al inglés para terminar su frase.

- Supongo que aquí termina todo – dijo él -. Me temo que ya no nos volveremos a ver. Ha sido un placer caminar contigo todo este tiempo y estoy convencido de que habríamos disfrutado mucho en mi país.
- Te voy a echar mucho de menos – respondió la niña -. No quiero que te vayas.
- Pero no queda más remedio. Estos señores te llevarán con ellos. Seguro que cuando te hagas mayor serás una mujer increíble. Lástima que no vaya a poder verlo.

Y tras esas palabras, se levantó. Permaneció inmóvil, cruzando su mirada con la de la niña, que permanecía sentada. Entonces un policía la cogió del brazo y dijo ¡nos vamos!

Y allí quedaron solos, en pie, él y su amigo. Empezaron a caminar hacia la puesta de sol y el amigo le echó un brazo por encima y le dijo: - Venga, vamos a tomar unas cervezas…

lunes, 3 de agosto de 2009

¡¡¡¡¡¡Holaaaa!!!!!

Hoy he vuelto a recibir uno de esos mails que terminan con "un fuerte saludo". ¿Cómo que un fuerte saludo? ¿Acaso me chillas al saludarme?

No es que yo sea un académico de la Lengua pero me fastidia mucho la gente que utiliza mal el lenguaje. Puedes despedirte con un fuerte abrazo o un afectuoso saludo, ¿pero un fuerte saludo? ¡Que no me chilles!

Como la generalizada incorrección en el mundo periodístico y, por ende, en general de decir "punto y final". No señor, la expresión no es así. Cuando queremos dar por terminada una conversación o un tema o lo que sea, decimos "punto final", en referencia al signo de puntuación que finaliza un texto. Este signo, a diferencia del "punto y aparte", que indica el final de un párrafo, del "punto y seguido", que indica el final de una oración, o del "punto y coma", que sirve para separar proposiciones en una oración, se llama "punto final", sin conjunción copulativa ni leches, porque no es que luego venga el final, sino que se acaba y punto... y punto final.

domingo, 2 de agosto de 2009

Esguince

Acabo de entrar por aquí. Hacía tiempo que no pasaba. En concreto, desde el 9 de julio. No hace tanto, ¿verdad?

Si alguien sigue entrando aquí de vez en cuando (seguro que lo haría con más asiduidad que yo) se preguntará "¿y por qué escribe hoy?". Pues no lo sé. Se me ha ocurrido venir a mirar (el otro día intenté entrar en la página y no supe) y ya que estoy he decidido dejar un post.

Como no tengo nada que contar interesante, simplemente dejo la noticia de que hace ya dos semanas que me hice un esguince de grado 3 jugando al fútbol. Doler no duele mucho (porque no apoyo) pero esto incomoda que no veas.

Y como otra novedad, he dejado mi curro de las tardes y ahora creo que tendré algo más de tiempo y podré volver a visitar de vez en cuando los blogs de bahhia y... ¡Vaya! Iba a decir que el de Las Gracias y las Desgracias... que era divertido y muy bien escrito (se notaba que estudiabas Periodismo) pero acabo de intentar entrar y solo acepta usuarios invitados :-(

Una lástima.

Hale, me voy a ver unos capítulos de "Cómo conocí a vuestra madre" antes de dormir.

jueves, 9 de julio de 2009

Ha pasado el tiempo

Hacía tiempo que no escribía y no es hoy tenga especiales ganas, pero he dicho, venga, voy a contaros que estuve en el Hilton.

Sí, he estado en el Hilton de Toledo y es una pasada de hotel. Me encantaría poder ir a hospedarme (hoy simplemente me han hecho una visita) pero creo que necesito un poquito más de dinero.

Hala, saludos... si es que queda algún lector/a.

martes, 10 de marzo de 2009

¡Qué morro!

Esta mañana he escuchado una noticia en la radio que me ha dado hasta vergüenza. El gobierno de la Comunidad de Madrid anunció en verano la congelación de todos los salarios públicos y ayer UGT denunciaba que el mismo gobierno se subía el sueldo 600 euros al mes de media.
La Comunidad de Madrid ha justificado este aumento en que se congelaban los sueldos de 2008, pero que como ese año no tuvieron tiempo de subírselo se lo suben ahora. Qué poca vergüenza tienen algunos...

Un dato: la presidenta de la Comunidad de Madrid cobra 108.000 euros al año, 16.000 euros más que el presidente de España.

domingo, 8 de marzo de 2009

Lo que aguanta el cuerpo

Pues sí, parece mentira, pero a mi edad todavía el cuerpo responde. Y bien. Entre pitos y flautas, entre cuestiones profesionales, compromisos amistosos y conciertos varios, he estado nueve noches consecutivas saliendo y, quitando sábado y domingo, madrugando todos los días. Y la verdad es que pensé que iba a pasar factura que en algún momento iba a tener que cancelar algo, pero no.

Comencé el miércoles de la semana pasada con el concierto de Jeremy Jay y Underwater Tea Party. Al día siguiente, fiesta de despedida del director general de mi empresa, con barra libre incluida. El viernes la verdad es que me quería morir y me costó aguantar en el trabajo. Por la tarde no pude ir a la radio y me quedé echándome una siesta. No tenía previsto salir pero... llamadita: fiesta en casa de una niña bien mona. Terminamos en el Low, para variar.

El sábado, después de mi partido, ducha y para casa de un amigo. Nada, muy tranquilos hasta las 3.00, con cervezas y chupitos de whiskey. El domingo, después de la victoria del Atleti sobre el Barça, a La Latina a tomar algo con unos amigos de Sevilla que andaban por Madrid.

El lunes, después de los dos trabajos, idem, con los mismos amigos cenuca. Martes concierto de The Fuzztones. Miércoles, conciertazo de The Buzzcocks. Jueves, fiesta del X Aniversario de Playboy TV (os podéis imaginar que esto no me lo perdía por nada del mundo. Terminé en un reservado con tres playmates, el director general de Playboy y un par de compañeros de curro...).

Y eso sí, ya el viernes me quedé en casita. Pero vaya, para mi edad he visto que he aguantado como un jabato nueve días consecutivos con una media de cuatro horas o cinco (gracias al fin de semana) de dormir.

Estoy hecho un chaval.